Bernardo Ríos, Reconocimiento COBADU a una vida de compromiso rural
Hay trayectorias que se escriben con las manos, con el sudor y con la constancia de quien nunca ha necesitado hacer ruido para dejar huella. La de Bernardo Ríos es una de ellas.
Su nombre resuena entre los ganaderos de la provincia como sinónimo de compromiso, esfuerzo y dedicación. Por eso, durante el VIII Congreso Cocina con Queso y Humor, recibió el Reconocimiento COBADU, un reconocimiento otorgado por la cooperativa patrocinadora principal del Congreso, que quiso poner en valor una vida entera entregada al campo y al cooperativismo.
COBADU lleva décadas siendo un referente del trabajo colectivo, del apoyo mutuo entre agricultores y ganaderos, y de la fuerza del “nosotros” frente a las dificultades del sector.
Cuando Cobadu nos dió el nombre del premiado también nos explicaron el motivo, tiene que ser Bernardo Ríos por su forma de encarnar los valores que representan a la cooperativa, ha formado parte de la cooperativa desde sus inicios, ya que antes de él, ya lo hacía su padre, participando activamente en su crecimiento y demostrando que el progreso rural solo es más fácil cuando se hace juntos. A lo largo de toda su trayectoria, Bernardo ha sido ejemplo de compromiso silencioso y lealtad a un modo de vida exigente pero con la satisfacción de saber que se ha hecho lo correcto.
Cogimos nuestras cámaras, papel y boli y nos fuimos a Palazuelo de Sayago, a la Granja Salcedillo para poder hablar y conocer a todos sus integrantes: Bernardo, Dina, Alexis, Gonzalo y Eva.
Su historia empieza 50 oveja que heredó de su padre cuando se jubiló, poco después compraron un rebaño y así empezaron, poco a poco, la familia ya estaba en Cobadu con una explotación de porcino, llevan toda la vida trabajando con ellos, leche, corderos, pienso… todo. Nos hablaron de su día a día de como trabajan y de lo que más y menos les gusta.
Junto con su mujer, Dina, nos cuentan como han cambiado las cosas con el paso del tiempo, » la vida antes en el campo tenia menos trabajo, ahora hace falta tener el doble para poder mantener la explotación y una familia».
«Cuando yo me casé, las ovejas estaban en el campo, estuvimos los primeros años ordeñando a mano hasta que compramos la maquina, pero luego dormían en el campo» nos comentaba Dina.
Su hijo Alexis después de estar buscando su camino se ha dado cuenta de que una tranquilidad como la del pueblo no la hay, le ha cogido cariño, le gusta y ellos encantados de poder estar ahí con el y apoyarle.
Felices y preocupados, asumen el relevo generacional de la mano de su hijo Alexis, que tiene claro que él quiere seguir. Cueste lo que cueste.
El trabajo de Bernardo no entiende de horarios ni estaciones.
Su vida ha girado siempre en torno al cuidado del ganado, a la mejora continua y a la responsabilidad de ofrecer leche ovina de calidad, fruto de la experiencia y el conocimiento transmitido durante años.
Su ejemplo recuerda que la ganadería no es solo una profesión, sino una forma de entender la vida: con paciencia, con humildad y con el orgullo de mantener vivo un oficio que no solo ayuda a llenar las neveras, también territorios, familias y tradiciones.
Este Premio Reconomiento COBADU reconoce precisamente eso: una trayectoria sólida, una entrega constante y una fe inquebrantable en el valor del trabajo bien hecho.
En tiempos donde el mundo rural busca visibilidad y apoyo, distinguir a personas como Bernardo Ríos es un acto de reconocimiento a todos los que, como el dedican su vida al campo. Su nombre simboliza el espíritu del cooperativismo: ayudar, compartir, sostener.
Él ha sido testigo de cómo el campo ha cambiado, pero también de algo que permanece: la vocación.
Su historia es un recordatorio de que el progreso no significa olvidar las raíces, sino cuidarlas con más fuerza.
Este premio es un homenaje a todos los hombres y mujeres que, como él, han hecho del trabajo su forma de vida.
A quienes madrugan antes que el sol, sin testigos ni aplausos, pero con la certeza de que su esfuerzo sostiene la vida del campo: su economía, su cultura y su identidad.
A los que despiertan con el canto del gallo y trabajan con las manos, el alma y la memoria de quienes les enseñaron el valor del esfuerzo.
Porque, como él bien representa, no hay mayor orgullo ni mayor premio que haber dedicado toda una vida al trabajo honesto y lleno de sentido.
