Un café con leche o leche con galletas algo muy habitual en nuestro día a día. Nada hay de raro en tomarse un café a media mañana ¿Verdad? Para algunas personas no es algo tan normal, ya que la alergia a la proteína de la leche o intolerancia a la lactosa hace que no puedan consumirla.
Si nos vamos unos miles de años atrás podemos comprobar que tan sólo bebés y niños eran los que consumían leche, ya que eran los que producían lactasa sin ningún tipo de problema, con el paso de los años esto dejaba de suceder.
No se sabe muy bien en qué momento esto dejó de ser así, y los adultos podemos consumir la leche sin ningún problema, sabemos que es una ventaja poder tomarla ya que es rica en nutrientes carbohidratos y minerales esenciales como el calcio.
Consumo de leche
Si nos fijamos en la población actual cada vez es mayor el número de personas que tienen alergia o intolerancia. Vamos hablar con propiedad, hay personas intolerantes a la lactosa y hay personas alérgicas a la proteína de la leche de vaca.
Parece lo mismo pero no lo es, estamos acostumbrados a hablar de una persona intolerante o alérgica como si ambas situaciones fueran la misma y no es así ¿Cuál es la diferencia?
Una persona intolerante a la lactosa es aquella que tiene un déficit de secreción de lactasa por el intestino. La lactasa es la enzima que nos permite digerir la lactosa que es el principal azúcar de la leche. Esto sucede, cuando la lactosa se estanca en el intestino, lugar en el que se favorece la fermentación de bacterias.
intolerancia a la lactosa
Una persona es alérgica a la proteína de la leche cuando un individuo, tras la ingesta de proteínas lácteas manifiesta una respuesta anormal (con síntomas que se pueden englobar dentro de las reacciones adversas a alimentos) y en ese proceso hay un mecanismo inmunológico comprobado.