Hay decisiones que cambian el rumbo de un territorio. Que sin hacer ruido, sostienen lo esencial.
Lydia Sánchez Jambrina ha decidido seguir. Quedarse. Apostar por el campo.
Y eso, hoy, tiene mucho valor.
Desde Madridanos, en plena tierra zamorana, Lydia representa el relevo generacional que tantas veces se menciona, pero que tan pocas veces se reconoce como merece. Por eso, durante el VIII Congreso de Cocina con Queso y Humor, recibió el Premio Nueva Explotación, un homenaje a quienes deciden continuar una historia que no empieza con ellos, pero que gracias a ellos no termina.
El campo necesita más personas como Lydia: con raíces, con determinación, con ganas de emprender y volver a su pueblo.
Porque elegir quedarse no es quedarse atrás. Es avanzar con conciencia. Su historia no arranca de cero. Donde antes trabajaba solo su padre, ahora también está ella. Y esa continuidad no es un simple relevo de herramientas. Es una responsabilidad asumida con compromiso y respeto.
Cuando fuimos a visitarla, Lydia nos mostro su explotación, cuidada, la cual poco a poco mejora y adapta. Para mantenerse actualizada y poder avanzar hacia el futuro. Para demostrar que una nueva generación también puede producir con calidad, con cabeza, y con corazón. Durante la entrevista, nos contaba como a pesar de haber nunca imaginarse en el campo entre ovejas, ahora es algo que le encanta y disfruta. Después de la pandemia cerró su negocio y decidió quedarse con sus padres a trabajar. «Todo tiene cosas buenas y malas, sacrificios que tienes que hacer, planes a los que no puedes ir, es un trabajo de mañana y tarde», nos comentaba Lydia.
Este premio es también de sus padres. Por cada paso compartido, por el apoyo incondicional y por creer siempre en ella. Hoy la miran con orgullo, sabiendo que pronto tomará el relevo de la explotación, y con la tranquilidad de seguir estando ahí, para todo lo que necesite.
Ella misma es consciente de las limitaciones que existen, «a día de hoy creo que sería casi imposible empezar desde cero en este mundo, el terreno, las naves, la maquinaria…» parte de algo ya construido por sus padres, y gracias a ello es posible, pero sino sería difícil que a alguien le diesen la inversión para poder empezar.
La historia de Lydia está hecha de raíces y de futuro. Ha crecido entre el esfuerzo de sus padres y el amor por una tierra que ahora también siente como suya. Con valentía, ha decidido continuar la labor que ellos comenzaron, apostando por el campo, por los animales y por una forma de vida que exige entrega, constancia y corazón. Su trabajo, su energía y su ilusión demuestran que el relevo generacional es posible cuando hay pasión y orgullo por lo que uno hace. Lydia representa esa nueva fuerza que mantiene viva la esencia del campo.
El campo es un mundo que no tiene horarios y que hace que tu vida este siempre ligada al trabajo a través de la mejora constante y de la responsabilidad.
Son tiempos donde el mundo rural busca visibilidad y apoyo, gente que apueste por el campo, por una forma de vivir diferente al de las ciudades y por un oficio que llena no solo neveras, sino también la vida del campo haciendo que éste siga adelante.
Detrás de cada queso hay mucho más que leche.
Hay esfuerzo, decisiones, personas. Y en Lydia, encontramos el reflejo de esos valores que nos unen como proyecto y como territorio:
El compromiso, la pasión, el arraigo, la continuidad.
Estos compromisos como el de Lydia con el mundo rural muestran que aún hay esperanza, que todo puede seguir adelante y no caer en el olvido.
Por eso este Premio Nueva Explotación no solo habla de futuro, sino de memoria.
De honrar a quienes estuvieron antes, y de cuidar lo que nos dejaron.
Gracias, Lydia
Por seguir.
Por quedarte.
Por decir sí a una vida que no es fácil, pero que es profundamente valiosa.
¿Sabes cuales fueron el resto de premiados? Te presentamos a Rogelio o Bernardo.
¿Quieres saber como fue esta edición? puedes ver el video resumen aquí.